viernes, 23 de octubre de 2015

Historia 4: Persecución

Yo, la noche y mi música. El camino a casa es aún largo, pero con mi banda sonora personalizada seguro que se hace mucho más ameno. Un hombre sale despacio de una bocacalle. Me mira fijamente, sonríe y empieza a caminar hacia mí. Decido dar media vuelta. Aligero el paso. Miro a través de un cristal y veo que el hombre aún está detrás de mí. No quiero salir corriendo por el momento, mejor actuar como si no sucediera nada antes que darle pistas de que sé que sigue ahí.

Sigo acelerando el paso sin llegar a correr. Todo está oscuro. No hay nadie en la calle. Los pasos cada vez están más cerca. Casi los siento junto a mí. Es el momento. Salgo corriendo. No importa hacia donde. Tengo que perderle de vista.

El hombre corre también. Parece que se acerca. Intento ser más rápida. Me meto por otra calle. Tiro un cubo de basura para impedirle el paso. El hombre lo salta con una agilidad inesperada. Grito. Sigo corriendo. Me meto en un garaje. ¿Esconderme bajo un coche o despistarle de alguna forma? El camino se me acaba. Tengo que decidirme. ¿Qué hago? Tengo miedo. Me tiro debajo de un coche. Y ruedo para colocarme bajo el vehículo que esté más cercano a la salida del garaje. El hombre me busca por el otro lado, no sabe que me he alejado de aquella zona. Sigo rodando. No le veo. ¿Dónde se ha metido?

¿Se habrá ido? Es el momento de salir y correr de nuevo en busca de ayuda. Antes de poder hacerlo, oigo unos pasos. Algo me coge de las piernas y me arrastra fuera del coche. Me ha cogido. Sujeta un cuchillo y me mira con una risa psicópata. Es el fin. Cierro los ojos. La música sigue sonando en mis oídos. Con la primera puñalada siento la canción más fuerte. La segunda hace que deje de apreciar matices. La tercera, la mortal, acaba con mi vida y justo entonces, la música deja de sonar.

martes, 20 de octubre de 2015

Microcuento 2: Unilateral

La chica corre ansiosa hacia su casa, no puede esperar para verle. Se ha pasado toda la mañana pensando en él. Todas sus libretas tienen escrito su nombre y pasa las horas dibujando su atractivo rostro.

-Ya estoy aquí.
-La verdad es que estoy encantado de estar aquí hoy…
-¡Qué dulce! Por tu culpa hoy he estado más distraída de lo normal en clase.
-Es un gran reconocimiento y no sé si me lo merezco…
-Hoy me he traído la comida aquí para poder comer contigo.
-Es un detalle por parte de…
-¿Te gusta el dibujo nuevo que te he hecho? Lo hice durante la clase de filosofía, no se lo digas a mi madre.
-A veces ni siquiera me reconozco en ese papel…
-He visto las fotos que has subido a Twitter, sales tan...
-No sabía si el estilismo era apropiado para…
-Es tarde. Tengo que acostarme ya. Buenas noches. Te quiero.
-Buenas noches a todos. De nuevo, gracias por este premio soñado por cualquier actor…

 La chica apagó el portátil y se despidió, hasta el día siguiente, de un famoso al que nunca conocerá.

domingo, 18 de octubre de 2015

Tiempo

"No pases el tiempo con alguien que no esté dispuesto a pasarlo contigo"
 Gabriel García Márquez

¿Con quién pasamos nuestro tiempo? ¿Nos deberíamos hacer esa pregunta con más frecuencia? A veces pasamos mucho tiempo con gente que no es demasiado importante en nuestra vida. El trabajo, los estudios o los compromisos nos obligan a pasar mucho tiempo con personas que no dejarán huella porque o bien no nos agradan o no compartimos gustos e ideas en común. Puede que durante ese tiempo tengamos suerte y encontremos a gente que merezca la pena y se conviertan en amigos o personas importantes con las que ese tiempo sea más ameno y divertido. Por ese lado, ese ámbito de la vida lo tenemos justificado, pues si te cae alguien mal en el trabajo no puedes ni dejar el trabajo ni evitar a esa persona. Así que tenemos justificación en esos momentos para pasarlos con gente que no nos cae del todo bien. Pero qué pasa cuando hablamos del ocio. ¿Por qué a veces nos empeñamos en pasar nuestro tiempo libre con gente que no aguantamos o nos hacen sentir incómodos? ¿O invertimos ese tiempo en estar con personas que dentro de unos años ni recordaremos? A veces, gente que pasa sin pena ni gloria por nuestra vida, se lleva más tiempo de nuestro tiempo (valga la redundancia) que las personas que son realmente importantes.

Por eso, hace mucho tiempo me propuse pasar más tiempo con la gente a la que quiero y me demuestra que me quiere, que con personas que apenas me tienen en cuenta o sólo me quieren para cuando les conviene. Básicamente, si no tienes tiempo para mí, yo tampoco lo tendré para ti, porque si apenas te acuerdas de que existo, provocarás en mí esa misma sensación en ti. Quien quiere pasar tiempo contigo o le importas, te lo demuestra. Otra buena frase viene a decir lo mismo "cuando te importa algo, buscas tiempo; cuando no, excusas". Así que si de verdad alguien merece tu tiempo te lo demostrará y si no, no pasa nada. Otra persona más que pasa sin quedarse. Pero desde luego, yo no voy a invertir más tiempo del necesario en gente así, que sólo te busca cuando les haces falta.

Mi pensamiento es el de que no quiero morirme con el arrepentimiento de no haber pasado el suficiente tiempo con alguien. Prefiero demostrar las cosas durante la vida, porque tras la muerte casi nunca se puede demostrar nada. Así que hoy más que una reflexión, es un recordatorio para mí misma de que no dejes de pasar ese tiempo con quienes te demuestran que tienes un hueco en sus vidas. Animales incluidos.

Y tú, ¿con quién pasas tu valioso tiempo?

jueves, 15 de octubre de 2015

Historia 3: puentes extraños

Matt no había podido dormir en toda la noche. Había estudiado mucho para el examen, pero el de hoy era diferente. Era una evaluación oral y le tenía pánico a enfrentarse a las miradas de sus compañeros. No tenía amigos en su clase, sus verdaderos amigos estaban en colegios diferentes y no se llevaba bien con los del suyo. No tenían cosas en común. A sus compañeros les gustaba el fútbol y los juegos de guerra. A él le apasionaba el rock y las maquetas de construcción.

Cuando llegó al colegio estaba temblando, aunque intentaba que no fuera perceptible desde fuera. Le costaba mucho expresar sus sentimientos y jamás permitiría que los demás conociesen uno de sus grandes miedos. Mientras repasaba el temario mentalmente, una de las chicas de clase se le acercó. Cuando la vio junto a él se extrañó, puesto que nunca había intercambiado ni una palabra con ella. A pesar de estar concentrado, no pudo evitar pensar que ese día estaba muy guapa. Lily le preguntó si había estudiado, pero Matt sólo movió levemente la cabeza hacia abajo. Ella se acercó más y le confesó que estaba muerta de miedo. Matt jamás pensó que una chica tan bien vestida y tan extrovertida pudiera tener miedo escénico. Cuando se dispuso a contestarle, la campana sonó. Antes de entrar, Lily le deseó mucha suerte.

Cuarenta minutos después, la profesora llamó a Matt. Se levantó de su mesa y se colocó delante de la pizarra. Estaba aterrorizado. Se fijaba en los ojos de sus compañeros, intentaba adivinar lo que pensaban de él, hasta que llegó a los ojos de Lily. En ellos había algo diferente. Ella le miraba con ternura y le sonreía. Aquella mirada era de complicidad. Matt se había dado cuenta que aunque fueran diferentes, compartían un mismo miedo, y ella quería hacer que ese momento fuera menos duro para él. Matt y Lily aprobaron el examen, pero ese día también comenzaron a ser amigos. Ellos siguen siendo los mismos, pero ahora también comparten sus diferentes gustos. Matt le enseña a Lily la historia del rock y sus grandes grupos, y Lily le asesora en temas de moda masculina. Matt ganó más que un aprobado aquel día. Obtuvo una lección y se dio cuenta de que por muy diferentes que puedan parecer algunas personas, siempre pueden encontrar puentes que las unan.

martes, 13 de octubre de 2015

Abre la puerta

"Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás"
 Tom Stoppard, dramaturgo británico nacido en República Checa.


El niño interior llama a la puerta. Lleva un tiempo encerrado y quiere salir. Bueno, más que querer, necesita salir y ver la luz. Vuelve a llamar, pero esta vez lo hace con más fuerza y la desesperación se nota en cada golpe que da contra la madera de la entrada. ¿Le has escuchado? El niño interior insiste una y otra vez. Está cansado ya de que no le hagan caso y esta vez pide salir de ahí con un dulce y silencioso "por favor". ¿Le abres la puerta?

Si le has abierto esa pequeña puerta, eres afortunado. O bien le abres con frecuencia  o no has podido resistirte a darle cierta libertad a tu niño interior. Si has optado por dejarlo encerrado, te invito a que le permitas tomar el control durante un rato, aunque sea con la supervisión de tu adulto interior.

Quizás te preguntes a qué viene todo esto, y yo te confieso que creo que hacer tonterías de niños es la mejor medicina para mantener la cordura en este mundo loco que va acabando con la inocencia y la infancia poco a poco. Una muerte lenta pero extremadamente dolorosa. No dejemos que acaben con nuestros pequeños niños interiores, démosles un espacio y saquémosles de vez en cuando a pasear porque si no lo hacemos, la locura nos atrapará y no nos dejará escapar. 

Cada vez más se fomenta que los niños crezcan antes, que adquieran roles que no les corresponden y que reduzcan la infancia a unos escasos años a los que ya no podrán volver jamás. Muchas veces se quiere que los niños actúen como adultos, a veces sin ni siquiera enseñárles o darles ejemplo, e incluso se les otorgan tareas que no son propias de su edad. A una determinada edad, casi está mal visto que sigan pasando el tiempo con sus juguetes y peluches, muchas veces cortando la etapa de la infancia con un corte imperfecto y lleno de trozos que ya no encajan los unos con los otros. Tomando así la infancia como otra etapa más, y yo me atrevo a decir que podríamos estar hablando de la más importante de todas porque es en la que te vas formando como persona.

En consonancia con lo anterior, creo que no debemos acortar esa etapa vital porque estaremos llevando a personas con edades más tempranas a una locura para la que necesitan estar preparados. Es fundamental aprovechar hasta el último momento esos días de juegos, de mancharse jugando, de reír y reír, y también llorar. Es sano acumular momentos de chucherías, días de vacaciones y tardes construyendo grandes castillos en la playa. Es inolvidable mancharse con los helados, jugar al pilla pilla y pasar el día jugando a videojuegos con amigos o hermanos. Y es tan sumamente importante porque eso ya no vuelve, y cuanto más aproveches y hagas tonterías de niños, puede que entres en la locura con una vacuna mucho más duradera. Y no es tan locura lo que digo, porque mucha gente admite con los años que no aprovechó esa etapa porque quiso hacerse mayor antes de la cuenta o que con el paso de los años, uno se va dando cuenta de lo importante que era la infancia llena de inocencia.

Un gran error que cometemos, que nos preocupamos por lo incorrecto. No soportamos envejecer por fuera, pero no nos preocupamos por envejecer por dentro, que al final es mucho más importante. Ya lo dice la frase de Tom Stoppard, que la única forma de no hacerlo es dejando espacio a nuestro niño interior y rejuveneciendo por dentro. La infancia es lo que verdaderamente nos mantiene jóvenes.

De repente, un día te das cuenta que ya no eres un crío y que tienes muchas responsabilidades y deberes que llevar a cabo como persona adulta que eres. Pero a pesar de que no podamos volver atrás, siempre nos queda ese pequeñajo interior. Él jamás nos abandona porque sabe lo necesario que es en nuestra vida. Nosotros mismos, inconscientemente, no lo dejamos escapar porque sabemos que es un recurso muy sano. Y cuando uno ya no puede más, cuando siente que las responsabilidades y las cargas van a trasladarlo a la locura, no hay nada mejor que sacar a ese niño interior y dejarle curarnos para volver a la carga más fuertes. No hace falta decir que tampoco podemos actuar siempre como un niño, esa oportunidad ya la tuvimos y debimos aprovecharla. Por eso me duele que se incite a que los niños crezcan antes, porque esa etapa de "locura sana" no se puede aplicar a la madurez y entonces se convierten en años perdidos. De mayor sólo nos podemos conformar con pequeños momentos infantiles, pero no podemos mantener esa actitud de niño siendo adultos porque podríamos provocar un choque de trenes que nos puede costar muy caro.

Así que niños, disfrutad de ese tiempo maravilloso al que todos querríamos volver. Exprimir cada segundo de la etapa a la que más valoraréis y echaréis de menos. Sacad el jugo a la infancia y pasad todo el tiempo que podáis con la inocencia. Tened amigos imaginarios y no dejéis de reír y de reír. Imaginad, cread y no dejéis de sorprendernos porque enseñáis más de lo que pensáis.

A vosotros, niños interiores, gracias por quedaros y por darnos la oportunidad de desintoxicarnos de este mundo loco. Gracias por recordarnos lo que fuimos y lo que somos. Gracias por hacernos saborear la etapa de la infancia y sacarnos la sonrisa y la ternura que a veces perdemos. Pequeña Laura, me alegra abrirte la puerta todos los días un rato. Eres la mejor medicina porque tu locura infantil me vuelve menos loca en el mundo adulto.

Y a los mayores, sólo os animo a investigar, a descubrir a vuestro niño pequeño porque seguro que está ahí dentro. Jugad con vuestros hijos, hermanos, primos o niños pequeños que conozcáis. No tengáis miedo ni prejuicios en abrirles la puerta. Porque cuanto más miedo tienes a tu niño interior, más lo necesitas en tu vida.


sábado, 10 de octubre de 2015

¿Personas o conceptos?

"No estás enamorada de mí, estás enamorada de la idea de estar enamorada de mí"
 Joaquin Phoenix en Irrational man.


Hoy os presento una frase de una película que lleva muy poco tiempo en el cine. Irrational Man es la nueva creación de Woody Allen, y está protagonizada por Joaquin Phoenix y Emma Stone. Confieso que fui a verla al cine porque soy una apasionada del trabajo de Joaquin Phoenix. Me parece un actor espectacular, y desde que le vi en La cuerda floja, que es una de mis películas favoritas, no me he podido resistir a ver toda su filmografía. Su aire misterioso y la capacidad de interpretar a personajes tan complejos, le convierten, en mi opinión, en uno de los mejores actores de la actualidad. Pero además de volver a quedarme encantada con su interpretación en Irrational Man, el resto de la película no se queda corta, pues plantea numerosos debates muy interesantes que podrían ser geniales para una buena tarde con amigos. Como no quiero spoilear sobre la película y sus giros argumentales, hablaré de una de las frases que más me hicieron reflexionar sobre el tema que más se trata en el tráiler, evitando así destripar la trama.

¿Qué significa estar enamorado? ¿Cómo llega una persona a enamorarse? ¿Qué entendemos por amor? Es muy probable que casi todos tengamos un concepto diferente de lo que significa este sentimiento tan nombrado en películas, series y libros. Algunos creen en el amor a primera vista, otros consideran que uno se va enamorando con los años e incluso hay personas que considerarán que es un invento para gastar dinero el día de San Valentín. Habrá muchas más formas de entender este sentimiento, pero yo me pregunto: ¿Nos enamoramos de la persona o del concepto del amor?

Hay una frase que me gusta particularmente y es la que dice que "estamos enamorados de la idea del amor". Siempre me ha resultado llamativa la idea que se plantea en esa frase porque realmente nos dice que amamos a un concepto, y no a una persona. Y aunque haya gente a la que eso le parezca algo absurdo, a mí no me lo parece tanto. ¿Y por qué no? Porque hay mucha gente que no puede vivir sola y que constantemente busca pareja, y yo la verdad no sabría decir si es tan fácil enamorarse una y otra vez. Luego también hay personas que están con otras por sentirse dentro de lo que es lo normal en la sociedad. Como estar soltero/a a veces parece de bicho raro, algo que me parece una gran estupidez, pues me busco una pareja y así me siento integrado en la sociedad... Y bueno, no hay que olvidar a la gente que directamente se quiere tanto a sí misma que necesitan estar con alguien para sentirse amado/a constantemente. Sí, sé que estoy poniendo casos un tanto feos para todo lo que supone el concepto de estar enamorado, pero qué queréis que os diga, es lo que más veo en la calle últimamente. Y por eso me gusta tanto esa frase, porque creo que dice la más pura verdad, ya que muchas veces no es la persona sino el concepto del amor lo que atrae a muchos.

En la película se plantea esa misma idea pero dándole otro toque, y es que ya no es estar enamorado del concepto del amor, es estar amando a lo que simboliza una persona. Algo que surge normalmente cuando idealizamos a alguien y nos enamoramos de lo que pensamos que es y no de lo que realmente es. Nos enloquecemos con lo que le rodea, con lo que imaginamos que es o incluso por el tipo de trabajo que desempeña. Nos enamoramos de lo que representa. ¿Pero realmente eso es amar a la persona? Sí, todo lo que le rodea forma parte de su ser, pero no es la persona en sí. 

Que me llamen loca, pero yo me planteo una pregunta: ¿Podría ser que haya más personas enamoradas de un concepto o de una idealización que de una persona como tal? Ahí dejo esa cuestión para que ya cada uno haga sus propias conclusiones.

Antes de terminar, y como sé que quizás lo anteriormente expuesto tiene un toque algo amargo, quiero añadir que sí que creo en el amor y en enamorarse de otra persona por cómo es. Hay algunas parejas que de verdad sí sienten eso el uno por el otro, y me atrevo a decir que no son las que más lo demuestran de cara al mundo, sino las que saben que entre ellos hay una conexión especial que no necesitan publicar constantemente. Pero también es cierto que creo que pocas personas disfrutan de esa conexión en la vida. Estamos cada vez más en un mundo en el que la gente es más superficial, materialista y egoísta; y con sentimientos así creo que es muy difícil alcanzar el amor hacia una persona, puesto que se fomenta más el amor a uno mismo que hacia los demás.

Quizás haya mucha gente que no piense como yo, no lo pretendo tampoco puesto que sólo doy mi opinión y obviamente respeto lo que puedan pensar los demás, pero planteo una última pregunta que vale no sólo para una pareja sino también para el resto de personas con las que te rodeas cada día: ¿A quién quieres de verdad?

miércoles, 7 de octubre de 2015

Hipótesis imposible: ¿Qué pasaría si el sol se rompiese?

Hoy os dejo con uno de los ejercicios que realicé en el Curso Escribe una historia.


Adrián odiaba el verano.  A diferencia del resto de los niños, no deseaba con todas sus fuerzas que llegara esa época del año. Él era un buen estudiante, así que no era porque tuviera que estudiar para las recuperaciones. No le tenía miedo a volar, así que tampoco era problema irse de vacaciones a otro país o continente. Lo que Adrián odiaba era ir a la casa de la montaña con su padre todos los veranos. Sus padres estaban divorciados, así que Adrián tenía que pasar dos meses en esa horrible casa. La odiaba porque estaba lejos de sus amigos y de la playa. Tenía una piscina, pero no era lo mismo si se disfrutaba en soledad. Su padre apenas tenía tiempo para jugar con él. Era escritor, y durante los veranos se encerraba a escribir grandes historias, pero nunca tenía tiempo para su pequeño. Pero sin lugar a dudas, lo que más odiaba Adrián era al sol. Tan reluciente y tan caluroso. Ese año, precisamente, resplandecía como nunca lo había hecho. Era más grande que nunca y  desde su casa se veía como una gran bola de fuego que miraba con soberbia a los humanos de abajo. El sol parecía estar muy cerca de la casa de Adrián y éste se asustó. Si no fuera porque no creía en los cuentos, habría pensado que iba a bajar hasta su casa y quemaría todo a su paso.

Una tarde, Adrián discutió con su padre porque quería ir al cine, pero éste le dijo que no era posible porque tenía que continuar con su nueva novela. La editorial estaba impaciente, y su padre no podía perder ni un minuto. Su hijo, enfadado, salió de casa y subió hasta lo más alto de la montaña. Lleno de rabia, descargó toda su ira e impotencia contra el sol. Le lanzó toda clase de insultos que puede aprender un niño a la edad de 13 años. Pero cuando ya no supo decir ninguna palabra más, le tiró la piedra más grande que había en esa zona.

-¡Te odio, sol! Siempre que alcanzas tu máximo esplendor me veo aquí encerrado como si fuera una cárcel. ¡Toma!-  dijo Adrián mientras lanzaba aquella piedra tan afilada.

De repente, un sonido ensordecedor se escuchó. Adrián se dio la vuelta y vio como el sol empezó a romperse y a medida que lo hacía perdía toda su luz. Aquello parecía el mismo apocalipsis. Adrián no creía en el infierno, pero si existiera estaba convencido que era como aquello.

El sol se rompía cada vez más. El cielo iba perdiendo su luz mientras las piezas luminosas se perdían entre los rincones de la ciudad. Una última pieza permaneció en el cielo, dando el mismo brillo que una estrella. Sin embargo, cinco minutos después se desprendió y movida por el viento cayó en los pies de Adrián. Él sabía que todo había sido su culpa, pero jamás pensó que una simple piedra sería capaz de alcanzar y destrozar al gigante sol. No podía creer lo que pasaba y se echó a llorar en la soledad de la montaña.

Sin embargo, notó que algo empezó a brillar en sus pies. Aquella pieza de sol aún conservaba su brillo. Era la luz más bella que jamás había visto. La cogió con cuidado y la soltó rápidamente porque quemaba.

La ciudad estaba totalmente a oscuras, y la gente comenzó a gritar. Adrián se asustó. ¿Y si alguien le había visto? ¿Podrían meterle en la cárcel por matar al sol? ¿Debía huir? ¿Pero a qué lugar iría un niño de 13 años? Sin pensarlo más, cogió su mochila y su patineta y puso rumbo a la ciudad con la mayor rapidez que pudo. No sabía si le habían visto o no, pero supo que la única forma de poder remediar aquella situación era buscando todos los trozos de sol y volver a juntarlos hasta devolverle la vida a aquella bola de fuego que odiaba tanto y que a la que ahora debía ayudar sin dudar.


Adrián emprendería así el viaje más apasionante de su vida. Una aventura que duraría algo más de los dos meses de verano. Una aventura de 30 años que Adrián jamás podría olvidar.


lunes, 5 de octubre de 2015

Vitrina de recuerdos

"Hay cosas que no deberían cambiar, cosas que uno debería poder meter en una vitrina de cristal y dejarlas allí tranquilas"
J. D. Salinger en El guardián entre el centeno


¿Habéis deseado alguna vez repetir un momento una y otra vez? ¿Habéis cruzado los dedos para que una frase no dejara de repetirse? ¿Una lágrima ha recorrido una de vuestras mejillas cuando habéis recordado un determinado punto de vuestra vida? A muchos nos gustaría tener una vitrina gigante donde poder guardar nuestros más bellos momentos para consultarlos y vivirlos tantas veces como queramos. Algo así como el gran panel de los recuerdos que aparecen en la película de Inside Out, y que permiten ser cogidos para verlos y disfrutarlos cada dos por tres. Algo así se me pasa por la cabeza con esta frase que hace poco disfruté en la lectura conjunta de El guardián entre el centeno. Libro que por cierto recomiendo encarecidamente porque es una lectura amena, compleja y sencilla a la vez, y sobre todo, diferente. Llevaba muchos años queriendo leer este clásico, y desde luego ha estado a la altura. Holden Caulfield es un personaje al que dan ganas de leer y releer.

Retomando la reflexión, sería ideal poder conservar nuestros mejores recuerdos en una gran vitrina. Sin duda, la llenaría de tantos y tantos momentos inolvidables. En esa estantería de cristal pondría instantes como cuando de pequeña le daba a mi madre el libro de dibujos para que me preguntara como si fuera un examen. También estaría el primer segundo en el que vi por primera vez a mi prima Xochilt. Jamás sacaría de la vitrina aquellos días en casa de mi abuela en la que mi prima María y yo nos quedamos a dormir. Adoraba prepararle la papilla de cereales cada mañana. En una balda especial irían tanto los besos de mi perro Pipo como las miradas de Loqui, el perro de mi hermano. Las charlas con mi abuela, los grandes libros leídos, las frases célebres que me han marcado, los conciertos con mi madre... Tampoco puedo olvidar aquel fantástico día en el que surgió el concepto de "manita" con mi amiga Ángela o cuando me pongo a filosofear con mi amiga Lidia. Podría estar aquí escribiendo eternamente porque son cientos, miles los recuerdos que me gustaría guardar en esa vitrina para poder vivirlos otra vez. Pero sabéis qué, después de escribir todo esto, creo que al final no es tanto el momento, sino lo que viene después. 

Evidentemente, el momento es fantástico y puede llegar a erizarte la piel de una manera sobrehumana. Sin embargo, hay algo casi más increíble cuando lo recuerdas, porque cuando ha pasado y lo repasas mentalmente empiezas a ampliarlo ya que te vas dando cuenta de detalles que en ese preciso instante no percibiste y vas siendo consciente de lo que ese momento ha supuesto para ti. De esa forma, ese segundo tan preciado se convierte en todo un mundo porque lo llenas con pequeños detalles; sentimientos de alegría, risas y nostalgia; de reflexión y de madurez por todo lo que ha pasado desde entonces. Y al final, el recordarlo se hace más grande que el propio momento, porque muchas veces sólo somos conscientes de la fuerza de lo vivido cuando nos toca procesarlo como un recuerdo.

Así que quizá no nos haga falta esa gran vitrina de cristal desde la cual podemos acceder a momentos puntuales para revivirlos. Para eso tenemos a nuestra herramienta cerebral que nos ayuda a traerlos a nuestra vida presente en forma de recuerdos cuando nos hace falta. Y es que vivirlo es momentáneo, pero recordarlo es algo eterno.

jueves, 1 de octubre de 2015

Microcuento 1: Lectura favorita

Siempre está allí. Todos los días se la puede ver en el autobús. Sentada, de pie, junto a la puerta… Da igual cómo esté, ella siempre lleva un libro. Él la observa desde hace dos meses y ya ha perdido la cuenta de cuántos libros ha leído ella desde entonces.

En el autobús cada persona tiene su entretenimiento: escuchar música, leer periódicos, conversar… Para él, ella es su pasatiempo. Con discreción, la observa. Le encanta contemplar sus gestos cuando lee. Para ella, lo importante allí son sus libros; para él, ella es el libro que más le gusta leer y releer.

Jamás han hablado. A veces siente el impulso de acercarse, pero luego se da cuenta que ella, su lectura favorita, ya es perfecta así. Él sabe que los mejores libros son los que se disfrutan sin cuestionar cada palabra, los que te embarcan en un viaje en el que tú decides el paisaje. Él prefiere seguir disfrutando de esa perfección imaginaria. Así que, mientras pueda, seguirá leyéndola, deleitándose con cada gesto en silencio y deseando que ese viaje no termine jamás.