"Sólo se vive una vez, pero si lo haces bien, una vez es suficiente"
(Mae West; actriz, cantante, guionista y dramaturga estadounidense nacida en 1893).
La
frase sobre la que hablo hoy me gusta mucho, y no porque me dé la razón, sino
porque es como un guantazo que recibo cada vez que la leo. Un guantazo que me
hace darme cuenta de que a veces no sabemos aprovechar la vida, que se van
pasando los días y no nos damos cuenta. Es un pequeño estímulo que me ayuda a
salirme un poco de la monotonía de siempre.
Todos
deseamos hacer cosas diferentes, que dependen de los gustos de cada uno, y
siempre nos quedamos con la espinita porque no llevamos a cabo esos deseos por
miedos, cobardía o pánico al riesgo. Nos cuesta mucho desprendernos de las
ataduras que por otro lado también son cómodas. Sí, eso mismo que nos ata
también nos resulta cómodo porque aunque nos hartemos de permanecer estáticos
también es la excusa perfecta para justificar no quitarnos las cuerdas que no
nos dejan salir. Es la zona que controlamos, que conocemos a la perfección y
que no incorpora ningún riesgo emocional, laboral, mental…
Nos
gustaría viajar a decenas de países, cantar y gritar en medio de la calle, atrevernos
a decirle a alguien lo estúpido que es sin escondernos detrás de un seudónimo, abrazar
a personas que apenas conocemos pero que nos resultan encantadoras, olvidarnos
de los prejuicios de la gente y decir sin reparo lo que pensamos, ser
políticamente incorrectos… Y miles de cosas más que alguna vez se nos han
pasado por la cabeza y que hemos evitado que salgan de ahí con todas nuestras
fuerzas.
Da
igual lo que queramos, debemos empaparnos de la vida lo máximo que podamos, no
ponernos barreras ni límites, hay que creer en lo que hacemos, disfrutar de
cada rato, saborear cada segundo que pasamos en este mundo, a veces absurdo,
porque nunca sabemos cuándo será el fin. Y bueno, lo absurdo a veces es hasta
sano.
Siempre
me ha llamado la atención la expresión “volver a nacer” que se dice cuando
alguien sobrevive a un accidente o a algún problema de salud. La vitalidad con
la que algunos de ellos enfrentan de nuevo la vida me parece admirable. Para
ellos es una nueva oportunidad de aprovechar al máximo todo lo que casi se
pierden, y el resto somos tan estúpidos que ni siquiera nos damos cuenta de lo
que tenemos y no valoramos.
Y ya
no es referido a grandes cambios, es que ni siquiera conseguimos disfrutar de
los placeres pequeños. Vivir la vida intensamente no tiene que significar hacer
grandes locuras ni llegar al desfase. Perfectamente encaja en saber ver lo que
tenemos y apreciarlo. El olor de un libro; el sabor de nuestra comida favorita;
los gritos de los niños en el parque; escuchar música; aprender cosas nuevas;
escribir una carta a mano; pasar tiempo con los amigos; sentir de verdad un
abrazo o un beso; disfrutar del encanto del sol, el aire y el mar…
Son tantas
las cosas que cada vez pasamos más por alto que ni somos merecedores de éstas.
Yo me incluyo, he pecado en ese aspecto y en muchas ocasiones no he sabido
disfrutar de un momento concreto. Por eso esta frase me gusta tanto, porque me
recuerda que estoy actuando de forma estúpida y que no debo olvidar nunca que
hay que sentir cada momento porque nunca sé cuándo será el último.
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