jueves, 8 de mayo de 2014

Gracias, errores.

"En la actualidad la mayoría de la gente muere de una indigestión de sentido común y descubre cuando ya es demasiado tarde que lo único que nunca lamentamos son nuestros errores".
 (El retrato de Dorian Gray, novela del autor irlandés Oscar Wilde)


“Lo único que nunca lamentamos son nuestros errores”… Una frase que en principio puede resultar una contradicción, pero sólo hay que dedicarle unos segundos para darnos cuenta que encierra una verdad tan grande que no todos saben descifrar.

Los errores son los actos que cometemos y de los que nos arrepentimos constantemente, lo que desearíamos borrar. Si nuestra vida y sus experiencias fueran un libro en el que se va escribiendo todo, los errores sería lo que rápidamente haríamos desaparecer con la goma rosada que se encuentra en el extremo de la punta del lápiz con el que escribimos todo lo que nos pasa hasta que dejamos de respirar. Pero es que esos errores son necesarios, son tan fundamentales como el aire que necesitamos para sobrevivir. Errar nos hace auténticamente humanos.

Los errores son fallos, no son actos de los que sentirnos orgullosos, pero es lo que nos ayuda a aprender, a mejorar. Es lo que nos va construyendo como personas, y lo que determina los siguientes capítulos del libro de nuestra vida. Así que si hacemos un repaso a nuestro pasado y recordamos esos errores, nos daremos cuenta de que gracias a ellos hoy somos lo que somos. Dan forma a nuestra sabiduría, y aunque en su momento pasáramos un momento malo, ahora los consideramos fundamentales porque gracias a ellos el libro cada vez es mejor, gana en calidad y humanidad. Todo lo que implique aprender tiene un lado positivo, y los mayores errores son la mejor lección de aprendizaje.

Con la primera parte de la frase no estoy al 100% de acuerdo. Creo que el sentido común jamás es malo, ya que al igual que los errores es lo que nos confirma que somos humanos, aunque cada vez menos gente demuestre poseerlo. Al final está todo enlazado porque los errores son los que provocan que tengamos ese sentido común. Pero sí que es cierto que a veces tener “tanta cabeza” nos limita a la hora de vivir nuevas experiencias y de seguir aprendiendo. Creo que para que ese sentido común permanezca sano, es bueno hacer pequeñas “locuras”, atrevernos a salir de la aburrida rutina de siempre. Si no lo hacemos, creo que al final acabamos volviéndonos locos. Así que sí debemos tener sentido común, pero como dice el grandísimo Oscar Wilde nunca puede llegar a indigestarnos.

Sea como sea, cada uno de nosotros es el que va escribiendo el libro de su vida. Somos nuestros propios escritores, y únicamente nosotros somos los que podemos reescribir el final.

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