"Chicos, nunca subestiméis el poder del destino, porque cuando menos te lo esperas, el detalle más insignificante puede causar un efecto en cadena que cambie el rumbo de vuestra vida"
(Ted Mosby - How I Met Your Mother)
Esta entrada es
un poco especial porque está centrada en el último capítulo de ‘Cómo conocí a vuestra madre’, así que si no has visto el episodio detente porque la reflexión
de hoy contiene muchos spoilers.
Ted… Querido
Ted. Hoy sólo puedo preguntarme por qué. Por qué no has aprendido la lección
después de tantas caídas y tantos desplantes. Por qué no supiste aceptar el no
y dejarla ir para siempre. Por qué te empeñas en estar con una persona que
nunca te valoró y que, probablemente, nunca lo haga. Robin y Ted, la eterna
historia de una pareja que a cientos de leguas se ve que nunca encajarán, y ya
no porque son diferentes, sino porque buscan cosas muy opuestas.
Te entendía cada
vez que veías a Marshall y Lily tan felices y comprobabas que tenían lo que siempre habías
querido; sufría contigo cuando fuiste
testigo de cómo Robin se enamoraba de Barney; y perdía, al igual que tú, la
esperanza cada vez que una chica llegaba a tu vida y demostraba que no estaba a
tu altura. Había cosas que hacías y que no entendía, como buscar el relicario
de Robin o empezar una relación con Zoey, pero a pesar de eso nunca dejé de
creer en ti. Pero hoy, me has decepcionado. Yo misma he llegado al límite al
que hace mucho tiempo debiste llegar tú. No, Robin no es buena para ti. No es
una opción. Pero tú tontamente, como el primer día en que la viste, has caído
rendido ante ella como el marinero al que mencionabas en esa mirada eterna en
el bar.
Debo admitir que
el final es realista porque la vida no es perfecta, y la muerte y los fracasos
con las parejas están a la orden del día en cada rincón del mundo, pero no era
necesario ese final. La aparición de Tracy, “la madre”, fue como una brisa de
aire en pleno verano, como una gota de agua recorriendo una cara. Era el
símbolo de la llegada de lo bueno, de la libertad; era lo que tú y todos necesitábamos.
Y es que para mí la serie siempre fue Ted en mayúsculas, y necesitaba verle
feliz.
En cierta manera, porque yo necesitaba creer que -aunque fuera por una
vez y en la ficción- las cosas salen bien por muchas tempestades que vengan. Estaba ansiosa
por ver a Ted siendo el envidiado por otros por la felicidad que compartiría
con “la madre”, una mujer que lo apreciara y lo quisiera como se merece, y con
la vida que a él le haga sentir el hombre más afortunado del mundo. Sí, parece
que los guionistas nos han vendido eso durante toda esta temporada, exceptuando
los últimos cinco minutos de la serie. Cinco minutos en los que cada segundo es
una puñalada a todos los que creíamos que Ted al fin sería feliz. Sin embargo , no es así. Y ahora también tenemos que convivir con el factor de que esa
historia con Tracy tampoco era auténtica ni honesta, puesto que Ted seguía “enamorado”
de Robin. Algunos lo han definido hoy muy bien en Twitter diciendo que eso no
era amor, que era pura obsesión. Estoy de acuerdo. Tuviste a la mujer perfecta,
que tristemente fallece, y la quisiste, seguramente mucho; pero tú seguías
locamente obsesionado por la que nunca supo reconocer tu valía.
Esto me recuerda
a la típica historia, de la que yo, estoy bastante harta: chico encantador
termina con la guapa que nunca sabrá apreciar esos detalles que le hacen
diferente. Ted era diferente, con un encanto que pocos personajes televisivos
tienen. Sinceramente, era el único chico romántico al que yo podría aguantar
porque él es interesante, es especial. Tracy parecía ser la afortunada y la justa
merecedora de un hombre como él, pero al final nunca podrá conservar el premio.
Y no, no creo que Ted deba guardarle luto para siempre, pero Robin, la mujer
egoísta que ni aprecia a sus amigos y sólo mira por su interés personal, es la
que se lo lleva a casa. Disfrútalo, pero sintiéndolo mucho cuando te vi
asomarte a la ventana deseé que nunca hubieras entrado por la puerta del bar. Y Ted tiene más culpa que Robin porque al final él es el que se deja ser "usado", pero ya son muchas Robin, ya son muchas Scherbatsky...
Dicho esto,
quiero apuntar una cosa que me parece fundamental: que Ted es Ted. Él siempre
ha sido así, y en cierto modo es lo que le hace tan genial. Que es demasiado “tonto”
y que no sabe apreciarse para mi gusto, sí; pero aun así es muy grande. Habría
cosas que le cambiaría, pero quizás perdería su auténtica esencia. Y arriesgarse a perder eso, es arriesgarse demasiado.
Hoy me ha
decepcionado, pero precisamente por su culpa no puedo dejar de creer en su
personaje y, en cierto sentido, en lo que él representa. Ted nunca cambiará y
yo tampoco podré dejar de creer en el maravilloso personaje que nos ha regalado
HIMYM y el increíble Josh Radnor. Y al igual que empiezo esta entrada
preguntándole a Ted por qué, ahora miro su foto con la maravillosa trompa azul
y la comparativa del primer capítulo y el último, y a pesar de todo, sólo puedo decir: ¡Gracias!
Fuente: vertele.com y blogs.elpais
Me encanta cómo escribes sigue así, porque llegarás muy lejos.
ResponderEliminarMil gracias :)
Eliminar