lunes, 7 de abril de 2014

El globo de la confianza

"La confianza en sí mismo es el requisito para las grandes conquistas"
 (Ben Jonson - Poeta, dramaturgo y actor inglés nacido en 1572)


¡Qué fácil resulta para algunos confiar en ellos mismos, y qué difícil es para otros! Lo que es la vida. Lo que para algunos es algo tan común, para otros supone un paso que sólo son capaces de dar a lo largo de mucho tiempo. Y algunos, desgraciadamente, ni siquiera lo dan en el largo camino de la vida.

Trabajar, estudiar, vivir… Tareas tan cotidianas que en ocasiones ni nos preguntamos la manera en las que las desarrollamos. Estamos tan absorbidos por otros aspectos que dejamos a un lado si hacemos bien nuestro trabajo e incluso si lo disfrutamos. Y muchas veces no es porque no nos guste, sino porque no sabemos darnos a valer. Pensamos que no estamos hechos para ello o estamos convencidos de que siempre hay alguien mejor. Y sí, siempre habrá una persona que destaque por encima de nosotros y al que nos gustaría parecernos. Pero esto no trata de ser como él o ella ni de sentirse inferior, la vida y el trabajo va sobre confiar en uno mismo y demostrarnos que podemos hacer grandes cosas, que no tienen que ser enormes para los demás, pero que para nosotros supone un gran paso y que nos ayudan a creer en nosotros mismos.

A la gente que opina que confiar en uno mismo es algo sencillo y que no entienden cómo alguien no es capaz de hacerlo, le doy la enhorabuena. Tenéis una capacidad increíble, pero un pequeño apunte: mantened los pies en el suelo porque la confianza es como un globo, y cuanto más lo inflemos más nos elevará. Sin embargo, nadie está a salvo de una ventisca en lo alto del cielo que atente contra nuestro “confiado” globo y lo haga romperse tan rápido que ni prevenimos la caída. Quizás el truco está en inflarlo despacio y sin ahogarnos, porque vivir pegado al suelo a veces nos limita a la hora de disfrutar de muchas cosas, y volar… Eso es lo que de verdad nos hace sentir vivos.

Disfrutar trabajando, reír y gritar cuando se nos ocurren ideas creativas, llorar cuando alguien se emociona o valora nuestro esfuerzo, saltar cuando alguien te reconoce por ayudarle en su proyecto… Son sensaciones sólo disponibles para los que se atreven a volar con un pequeño globo, pero que no debe flotar demasiado lejos por dos motivos: creérselo demasiado siempre es contraproducente porque nos quitamos el cinturón de la humildad, y porque al no estar tan alejados del suelo podemos seguir observando la realidad. Y es que las mejores ráfagas de aire para llenar ese globo, surgen de lo que vivimos estando en el suelo.

Suscribo totalmente las palabras del poeta inglés Ben Jonson: las mejores conquistas sólo se obtienen si confiamos en nosotros mismos. Y no lo digo a la ligera. Yo también he pasado momentos en los que no he creído nada en mí ni en lo que podía hacer, y tengo que reconocer que así no se disfruta verdaderamente  de lo que uno hace.

Hay personas que, por suerte, tienen al lado a alguien que les ayuda a motivarse y que les dicen constantemente lo que valen (aunque a veces no valgan tanto). Otros, lo tenemos más difícil porque sólo nos tenemos a nosotros mismos para luchar y darnos fuerza para entender que sí podemos y que somos capaces de hacer cosas que son importantes para nosotros. Y otro pequeño dato, cuando alguien nos lo dice –sin tener por qué hacerlo-  es porque de verdad hay algo en nosotros, y no son simples ánimos rutinarios que se quedan en palabras y no en auténtico apoyo.

Me gustaría añadir, porque me parece oportuno, otra frase. Esta vez de Les Brown y que da continuidad a lo que quiero dar a entender: “La opinión de la gente no tiene por qué convertirse en realidad”. Que algunos no crean en ti o no vean lo que vales, no significa que no tengas nada que aportar. Todos, creo que absolutamente todos, tenemos capacidad. Unos en unas materias y otros en otras, pero todos somos válidos. Lástima que gran parte de la humanidad carezca de un globo que les permita creer y avanzar. Y es que no vale sólo con serlo, sino que también hay que creérselo. Esa es la fórmula para lograr esas maravillosas conquistas. Ojalá viviéramos en una sociedad en la que se apuesta por ayudar a creer a los niños. No quiero ni imaginar cuántos talentos se han perdido porque nadie les apoyó ni ellos tuvieron la capacidad de hacerlo.

Así que lucha, cree,  porque nadie lo hará por ti, y la vida a pesar de que es larga, también es corta para desperdiciarla en torturarnos. Démonos la oportunidad de vernos tener éxito, triunfar, pero sobre todo de disfrutar de lo que hacemos. No seamos otro de esos talentos que desaparecen sin llegar a volar, porque si no valemos para una cosa, siempre lo haremos para otra. Y es que no hay mejor conquista que la que nos hace vivir, y para ello debemos atrevernos a confiar.



Fuente: Recursos TIC/Antonio Ortega Moreno

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